Cinco mujeres y un hombre conforman esta función de monólogos entrelazados, cada personaje en su aislamiento no está solo. Como cualquier persona se agarran a la vida por muy desagradable que sea. Les mantienen los momentos felices, sus recuerdos.
La vagabunda aferra a sus cartones, la soltera madura observada por las miradas cotillas y malvadas, la mujer escapada del psiquiátrico encerrada por cumplir una promesa, la anciana ingresada en una residencia por su familia y la mujer apegada a la tierra esperando su amor. En su quehacer siempre presente el hombre tierno y capaz de ver en cada una de ellas su calidad humana.
Esta función a veces risueña, a veces cruda demuestra que no hay diferencia entre los personajes y el público, que todos tenemos nuestro espíritu bondadoso y nuestro espíritu malvado. La dualidad del ser humano.
A modo de Balzac en su "Comedia Humana" esta función nos hace ver que la realidad supera al drama.
Las calidades de los personajes provocan en paralelo el respeto y la generosidad del incosciente del espectador. La deslavazada sociedad actual necesita recomponerse, reflexionar y recordar que "La vida no es una Comedia".
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